La Vasija Agrietada

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole:

—Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, por qué debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir. 
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.


Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo del camino, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces:


—¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado; y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.

Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.

Te Quiero Cómo Un Río

Yo recibo tu amor y te entrego mi amor. No el amor de un hombre por una mujer, no el amor de un padre por una hija, no el amor de Dios por sus criaturas, sino un amor sin nombre, sin explicación, como un río que no puede explicar su curso, sólo sigue adelante. Un amor que no pide y que no da nada a cambio, sólo se manifiesta.
Yo nunca seré tuyo, tú nunca serás mía, pero aun así puedo decir: 

Te Amo, Te Amo, Te Amo.

Paulo Coelho


De Extrañar No Se Vive

¿Sabes? Aún extraño esos momentos que nunca vivimos, tantos recuerdos que jamás escribimos. Sí, aún te extraño.

Extraño nada y tanto de ti. Tan poco de eso, que a veces me diste. Extraño una parte de mí, esa qué se fue contigo. 

No te voy a mentir, te extraño, te extraño como a nadie. Pero… de extrañar no se vive. 

Extraño darme cuenta que tus recuerdos son lo único que me queda de ti. Pero también sé que podré olvidar eso que nunca fuimos y en el silencio perdido, me fumaré tu recuerdo olvidado.

Quisiera arrancarte de raíz, pero ya perdí la cuenta de todas esas veces que he dicho, que ya no te volveré recordar. Siempre me miento y a veces no me entiendo, sobre todo cuando digo algo diferente a lo que estoy sintiendo. 

Ahora, sé que todo aquello que nunca fuiste para mí, se queda de aquél lado, aquél que algunos llamamos pasado. Tal vez también quisiera que cuando pasen los años me recuerdes, sonrías sin darte cuenta y que lo primero que quieras... sea volver a verme, porqué sé muy bien que fue el adiós, quien se robó nuestra historia. 

Solo me queda decirte que si por pura casualidad o por cosas del destino un día nos volvemos a encontrar, finjamos que antes no paso nada, a ver si vuelve a pasar, porqué tú y yo tenemos unos recuerdos pendientes por terminar.

Fer Dichter